martes, 23 de noviembre de 2010

Lanús le dio la bienvenida a Schurrer con un triunfo ante Tigre

Lanús venció a Tigre 2 a 0 en Arias y Guidi en el debut de Gabriel Schurrer como técnico. Mario Regueiro marcó los dos goles del encuentro para cortar una racha de cuatro partidos sin victorias.

A cara lavada. Así fue como quedó Lanús después del aguacero que cayó del cielo en la atípica jornada futbolera de lunes en tierras del Sur. Quizá era lo que hacía falta para cambiar de una vez con esa imagen decolorada, desteñida, con rasgos de no devolvían desde el espejo a quién supo ser, hasta no hace mucho, un animador de este fútbol argentino.

Tal vez esa bendición divina fue la que le regaló algo más de lucidez a tanto hombre Granate en cancha, luego de semanas de ausencias, con derrotas en fila multiplicadas por cuatro. Pero la historia del encuentro ante Tigre, esa que quedará enmarcada como el inicio de la era Schurrer, bien se pareció a tantas otras de este campeonato.

Desde lo posicional e ideológico, Lanús amagó con ser más ofensivo. El esquema con tres delanteros fue auspicioso, pese a que en ese mediocampo con Pizarro, Pelletieri y Ledesma, fue un constante punto de partida para Mario Regueiro. Así, nuevamente se necesitó de la pericia y entrega de Silvio Romero por la derecha para que Lanús empiece a mostrar sus armas dañinas ante un Tigre pasivo.

Sin embargo el cambio fue de fondo. O en el fondo. Porque si bien Goltz termina siendo un desperdicio en el lateral derecho, su condición de Caudillo hace honor a su atrevimiento al momento de pasar al ataque y suma, además, tranquilidad para que el volante derecho sienta sus espaldas seguras. Por eso, con Goltz y Balbi en su simetría por la izquierda, las bandas estuvieron custodiadas.

Y con eso alcanzó para que en el medio, Pizarro o Ledesma se animaran a pisar la pelota y a tenerla para la creación, aunque su ritmo en secuencia fotográfica dejó que la ruptura y sorpresa del ataque de Lanús dependa de sus delanteros. Así hubo que esperar a las pelotas detenidas para encontrar peligro. Salcedo, primero, hizo revolcar a Islas tras un tiro libre recto al arco. Después, tras una serie de rebotes en el área, Romero selló su remate en el palo y a los 27, Regueiro sorprendió a todos. El uruguayo, desde un costado, inventó un golazo de tiro libre colando la pelota en el ángulo más alejado del arquero visitante.

Con la ventaja, Lanús encendió su versión más relajada en mucho tiempo. Romero animó a moverse lejos de su quinta y se lo vió por el medio, retrasado, por izquierda y hasta pegado a Pelletieri. El ex Instituto fue lo más atrevido de Lanús, aunque los flashes se los llevaría Regueiro.

En la segunda parte, el partido se quebró con rapidez en favor del local. Luis Alvarez expulsó a Claudio Pérez por doble amarilla y fue ese el punto de serenidad para los de Schurrer , que monopolizaron la pelota como quisieron, adelantaron las líneas desde el buen trato de la pelota y con Regueiro explotando desde la izquierda, se vio el mejor Lanús del campeonato.

Pasó Balbi por la izquierda, Ledesma y Pizarro se hicieron dueños de la número cinco y Caranta fue un ayudante de campo, dentro del mismo. Y así, casi por decantación, llegó el segundo de la noche. Pelletieri, pulpo mucho más cómodo en aguas abiertas, cortó en una salida de los de Victoria y profundizó por la derecha para Romero, que con todo su envión metió un centro milimétrico al corazón del área y Regueiro dibujó otro golazo desde su pierna izquierda.

Tras el 2 a 0, los de Schurrer se diviertieron, ya con el regreso de Sebastián Blanco consumado, luego de 43 días de dolorosa ausencia. Se gustó a sí mismo Lanús cuando se vio tratando bien la pelota, casi como si se hubiesen reencontrado con algo llamado fútbol. Tocaron una, dos, treinta veces. De primera, a dos toques, tacos y cambios de frente, siempre con Regueiro como el hombre apuntado para desnivelar. Fue tal el goce que ni siquiera ese mamarracho de Salcedo en el mano a mano con Islas empañó la noche.

Ganó Lanús. Y de yapa, el objetivo para la clasificación a la Copa Libertadores volvió a abrirse camino por las derrotas ajenas. Desde adentro, Lanús se pareció demasiado al made in Zubeldía, aunque con algo más de suerte y compromiso. Al cabo, lo que cambió fue verse en el espejo y no encontrarse con nada más que uno mismo, a cara lavada. Sin mucho más que perder y con todo por ganar. Hizo falta tanto agua.

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