sábado, 11 de septiembre de 2010

Lanús chocó con los palos, se desordenó y Godoy Cruz no perdonó

Godoy Cruz goleó a Lanús 4 a 1 en Arias y Guidi por la sexta fecha del torneo Apertura. Ramírez, Rojas, Castillo y Villar marcaron para los de Asad. Regueiro, de penal, había empatado para los de Zubeldía, que perdieron el invicto y siguen sin poder ganar de local.

Lanús tiene techo. Lindo, reluciente. No tiene nombre -pese a estar en la tribuna Héctor Guidi- la nueva joyita de La Fortaleza, pero bien podría llevar el de José Sand, tal vez el último que hizo pensar, que este equipo no tendría tope y que iría en busca del salto de calidad.

La analogía remite indefectiblemente a la derrota de Lanús. Fue contundente, con un 4 a 1 demoledor que pudieron ser cinco, seis o siete, si la puntería y las ganas de Godoy Cruz hubiésen persistido. Porque con el segundo gol- golazo de Ariel Rojas- Luis Zubeldía, desde el banco, se ensegueció y no leyó lo que podría suceder tras ese cachetazo a los 15 del segundo tiempo. Por eso, el técnico local se nubló ante la derrota, sacó dos jugadores de marca-Lugo y Ledesma- y puso dos definidores -Carrasco y Castillejos- y con eso sepultó a Lanús, que acumuló gente arriba- a la cuál nunca le llegó la pelota- y entregó el partido a un visitante al que le quedó su molde preferido: en ventaja y con espacios.

Antes, en los 60 minutos previos a ese golpe de knock out, Lanús jugó su mejor partido del campeonato. Un equipo con vértigo en el mediocampo, que tenía verticalidad con Blanco y Regueiro y también lateralizaba para abrir la cancha con Lugo o Ramírez. Lanús tuvo, en ese tiempo, el mejor pasaje de fútbol y también situaciones para convertir. Muchas, pero nadie quién las cambiara por gol. Creer o reventar.

El 1 a 0 de Ramírez tras un rebote desafortunado no había calado hondo en las intenciones ofensivas de los de Zubeldía. Por eso desde los pies de Regueiro, el local encontró una y otra chance de igualar. Después del 1 a 1 fabricado y convertido por el uruguayo tras un penal de su autoría, se hilvanaron tres jugadas claras. Primero Blanco, desde la medialuna, le pegó mordido y su remate se fue ancho. Después Romero no pudo concretar, en un mano a mano en el que esquivó a Ibañez pero que definió muy débil y Russo sacó debajo del arco. Por último, otra vez Blanco, que luego de una buena asistencia de Regueiro, reventó el travesaño con un zurdazo tremendo.

Pero todo siguió en pardas, incluso hasta el segundo tiempo, cuando ya Lugo había estrellado un zapatazo en el palo, tras una buena habilitación de Blanco. Lanús no podía, pese a que jugaba mejor que su rival.

Hasta que llegó el minuto 15 y el gol de Rojas, que ya había avisado que pateaba de lejos en el final de la primera parte, pero del que nadie tomó nota. De ahí en más, fue todo de Godoy Cruz , desde la iniciativa de Ramírez. Entonces llegó el derrumbe en sólo dos minutos. Primero Castillo , a los 31, hizo lo que quizo dentro del área y la colocó de derecha en un ángulo. para el 3 a 1. Y a los 33, Villar la paró de pecho entre los defensores y también la cruzó para hacer esteril cualquier reacción de Marchesín. Todo esto, ante una marca improvisada, dónde Lanús encimó pero no apretó a quién tenía la pelota.

La reflexión dice que jugando como hasta el minuto 60, Lanús ganará mucho más de lo que perderá en el torneo. Claro, siempre y cuando haya alguien que la meta dentro del arco en este estilo de juego ambicioso. Fue derrota esta vez. Y por goleada. Por eso cuando miles de cabezas buscaron explicación en el cielo, se toparon con un techo. Lindo, reluciente, recién inaugurado. Que debería llevar el nombre del último que hizo pensar, a fuerza de muchos goles, que Lanús iba por más y que nada lo detendría. Hoy el techo está. Los goles de Lanús no.

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