domingo, 17 de octubre de 2010

Lanús fue inexpresivo y por un error, se quedó sin nada ante Olimpo

Lanús cayó 1 a 0 ante Olímpo en Bahía Blanca por la 11ra fecha del Apertura. Hernán Grana, en contra, convirtió el único gol del encuentro. Así, los de Zubeldía perdieron luego de tres fechas y Olimpo, en tanto, consiguió la victoria después de cinco fechas.

La delgada línea que separa la especulación de la inacción es fácil de romperse. Hay formas de caer. Formas de ganar. Al cabo, lo que importa es el concepto de juego, pese a que los resultados en favor suelen darle belleza a algo que tiene poco brillo.

Lanús apostó, una vez más, a diagnosticar a su rival sin mirar siquiera su estado. Olimpo de Bahía Blanca llegó al domingo con un cuadro poco favorable. Cinco derrotas consecutivas, con palizas deportivas y con catorce goles en contra. Cinco semanas, en las cuales el estado de salud del conjunto bahiense sufrió una y otra complicación. Lanús, en tanto, tuvo altibajos, pero la recuperación pareció un síntoma fiel en los últimos veinte días.

Sin embargo, una realidad y otra tenían un mismo cuadro viral que afecta a por lo menos más de la mitad de los equipos del Apertura. No saber a qué jugar. Y eso en Lanús, se repitió con mayor fortuna en las últimas tres fechas , en dónde recaudó más de lo que el desino indicaba.

En lo que refiere al juego, la pasividad se hizo tendencia, aunque para exigir, habría que medir por qué pelea cada uno de los equipos. Y ahí es dónde está síntoma más complejo de Lanús. Los de Zubeldía debían ganar para demostrar sus intenciones de pelear arriba y descontarle distancia a Estudiantes. Pero para eso había que intentar algo que no hizo.

Con la falta de criterio desde el armado, ni Grana ni Arce pueden pensarse como voluntarios para edificar algo en la ofensiva. Pelletieri y Pizarro, en tanto, tuvieron un encuentro muy pobre, contagiados desde una inercia general que consumía el partido. Y en su conjunto, la ausencia de intensidad y fútbol se volvió la peor enfermedad.

En la primera parte, apenas un arrebato de centros que la defensa local no supo despejar, fue lo más parecido a un ataque de Lanús. Marchesín, en tanto, tuvo que revolcarse para impedir el primer festejo de la tarde.

El gol, ese santo remedio para cualquier patología, llegó para Olimpo en el comienzo del segundo tiempo. Y esa anemia defensiva sumada a la desconcentración, al error de concepto y a una notoria falta de comunicación dejó como resultado el tragicómico gol en contra que marcó Hernán Grana en su propio arco, con Marchesín como leal complice.

Ese tipo de gol con poco de mérito fue el antídoto del cual bebió Lanús en sus últimos triunfos, que luego le sirvieron de vitamina para crecer en sus encuentros ante Boca, All Boys y San Lorenzo, con lo que alimentó su ilusión. Ante Olimpo, tal vez si Regueiro hubiése sido menos prolijo en su definición- romper el arco en lugar de tanto enganche se leía en el prospecto- el empate hubiera sanado alguna herida pero no arraigado el mal que padece Lanús.

No hay una idea clara. No hay quién se ponga el traje de salvador en este equipo de Zubeldía, que insiste con planteos no recomendables para ciertos pacientes. Con la derrota, Lanús quedó en coma a la espera de lo que serán sus últimas pruebas: Colón, Estudiantes y Vélez. Deberá sacar nueve de nueve si quiere crecer de una vez. Deberá entender que las pelotas quietas pueden aprovecharse como una situación óptima de gol y también, claro, que ciertas piezas no suman al todo.

Puede que Lanús aún esté en camino. Es cierto que restan encuentros clave. Es tan cierto eso, como que jugando a esto, a nada, sólo podrá acertar algún triunfo de aquí al final. El diagnóstico está a la vista, está en los que saben solucionar el problema.

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